Desde la conciencia social hasta la propia industria publicitaria, durante mucho tiempo se ha pasado por alto el aspecto de la higiene lingual, pero hoy te contamos por qué es tan importante y cómo hacerlo correctamente. La lengua es uno de los elementos más implicados en la masticación y deglución de los alimentos, y por tanto está en contacto prolongado con ellos. Esto y su textura rugosa favorecen la implantación de bacterias en su superficie, lo que puede derivar en problemas de mal aliento y diferentes dolencias.

Conoce tu lengua

Uno mismo desde casa puede hacer una pequeña exploración para conocer el estado de su lengua y descubrir si es necesario poner más empeño en su higiene diaria. El color rosado de la lengua es signo de buena salud y de una correcta higiene. Por el contrario, un color blanquecino podría indicar que se está realizando una limpieza deficiente o ser muestra de alguna enfermedad como lengua saburral, candidiasis lingual o leucoplasia.

Para conocer el origen de este color blanquecino en la lengua, basta con limpiarla correctamente. Si tras su lavado el color desaparece, el problema de fondo es una mala higiene. Si persiste, lo más aconsejable es acudir a un especialista para realizar un estudio del caso.

Pero entonces, ¿cuál es la forma correcta de limpiar la lengua?

Así se mantiene una buena higiene lingual

Lo ideal para la limpieza de la lengua es el uso de un raspador lingual, que como su propio nombre nos indica, sirve para raspar la lengua en toda su superficie, incluidas las zonas del dorso. Estas son las de más difícil acceso, pero a su vez las que acumulan más bacterias.

El uso del raspador no tiene mucho secreto: se deben realizar movimientos de arrastre, con cuidado, desde la zona más profunda de la lengua hacia fuera, repitiendo varias veces e incluyendo los laterales. Al acabar, se debe enjuagar el raspador con agua.

Y si no tengo un raspador, ¿puedo usar el cepillo? Sí (pero con condiciones). Hay tanto cepillos tradicionales como eléctricos que también están pensados para este fin. En el caso de los tradicionales, en la zona posterior encontrarás un extremo gomoso pensado para la limpieza de la lengua, mientras que en los eléctricos pueden encontrarse cabezales específicos. Lo que no se debe hacer en ningún caso es utilizar las propias cerdas del cepillo, que están diseñadas específicamente para el cuidado dental.